domingo, agosto 03, 2008

Conociendo el Valle de Ricote... Ulea. (IV)


La convivencia pacífica de dos culturas diferentes

'Sabrá vuestra excelencia que las dichas villas del valle nunca fueron ganadas ni tomadas por batallas...' De esta forma los vecinos de la Encomienda le recordaban al Marqués de los Vélez y Adelantado del Reino de Murcia su historia pacífica y su magnífica relación con todas las culturas.
Los documentos nos muestran que en el siglo XI, al igual que el resto de la actual Región de Murcia, Ulea pertenecía al poder musulmán. Pero al contrario que en otros muchos lugares, la entrada islámica y la convivencia de las dos culturas en este rincón del Valle de Ricote fue pacífica.


Las evidencias materiales de la ocupación musulmana

Las primeras oleadas islámicas que llegaron a Ulea, se situaron en lo que hoy se conoce como el monte del Castillo, una zona elevada que suponía una fácil defensa y vigilancia. De esta época quedan los restos de paredes y partes de la muralla que guardaba a la población hispano-árabe. Las murallas se realizaron mediante la técnica del encofrado y la mampostería. Dado el importante papel defensivo de esta elevación montañosa, es posible que estas murallas se levantaran sobre restos de civilizaciones anteriores que utilizaran el mismo lugar para defenderse.


A pesar de que la convivencia en Ulea fue pacífica, para los musulmanes levantar estas murallas era imprescindible, observando las distintas batallas y enfrentamientos que durante los siglos XII y XIII se dieron en la zona. Aun se puede observar en la muralla una jamba de la puerta de entrada y parte del umbral.

También se pueden encontrar los restos de un aljibe, que estaría situado en la parte media del poblado. Éste abastecería de agua a los habitantes que permanecían en el fortificado poblado durante el siglo XII, siendo construido en mampostería hormigonada y revestido de estuco rojo. Algunos especialistas opinan que este último material se utilizaba para la desinfección del agua.

Como la mayoría de aljibes musulmanes encontrados en la Región de Murcia (Castillo de Lorca o Castillo de Alhama de Murcia) estaría cubierto con bóveda de medio cañón. La forma de abastecerlo era sencilla, el agua de lluvia. Pero como la zona de Murcia ya por aquellos años sufría épocas de sequía, es posible que se abasteciera al aljibe con agua del río durante esos periodos.

La Pila de la Reina Mora es otra de las construcciones musulmanas que han soportado el paso del tiempo. Se trata de un puesto de comunicación y vigilancia horadado en la roca, desde donde se podían atisbar los castillos de Ricote, Cieza y Archena.

Pero si por algo se conoce este puesto de vigilancia en la villa de Ulea es por las distintas leyendas que sobre él han corrido. Una de ellas cuenta que en las noches calurosas, claras por el efecto de la luna y plácidas por la fragancia de las flores regadas por el río, la Reina Mora tomaba en secreto baños relajantes en esta majestuosa pila.

Desde la Pila de la Reina se podían comunicar órdenes a la persona que se encargaba de vigilar la 'Ventanica'. Se trata de una oquedad que presenta la cresta del monte Castillo, orientada hacia el pueblo. Desde aquí se mandarían mensajes hasta la población del valle, y viceversa. Estas comunicaciones, como en varias torres de los campos murcianos, se realizarían con antorchas en la noche y con objetos que reflejaban el sol durante los días soleados.

La población de Ulea en la Edad Media: las aportaciones para el riego

La población musulmana estaba constituida por familias que se dedicaban principalmente a la agricultura y la ganadería. La cercanía del Río Segura aseguraba un buen caudal de agua para desarrollar estas labores. Resultaba preciso encauzar el agua necesaria para sus cultivos, y lo musulmanes importaron desde el norte de África la solución para este problema: un sistema de regadío a base de acequias.

La necesidad de elevar el agua del río y poder dirigirla hacia todos los cultivos hizo que se construyera una gran noria, que se encuentra instalada sobre una de las acequias, entre dos enormes pilares de sillería, y es atravesada por un eje. El agua de la acequia mueve la rueda de la noria, llena sus cajones de agua y el movimiento circular hace que ésta sea elevada hasta depositarla en un acueducto de piedra. El agua que sobraba del regadío era también aprovechada mediante una serie de artilugios, también exportados del norte de África.

En estos momentos se puede apreciar aún la potencia de la noria, pues los restos que se conservan están ubicados en un huerto de limoneros y naranjos que dejan entrever la influencia árabe de la huerta de Ulea.

La población musulmana y cristiana de Ulea convivieron de forma pacífica, incluso apoyándose y ayudándose en las labores agrícolas y económicas. Los norteafricanos introdujeron en la huerta la palmera, el granado, la higuera, el albaricoquero, la chumbera y el arroz. Incluso es posible que, debido esta buena disposición entre las dos culturas, se produjeran enlaces entre musulmanes y cristianos.

Una leyenda del Valle de Ricote hace mención a esta mezcla entre musulmanes y cristianos, aunque no tenga un final feliz:

'El hijo del rey moro de Ulea (una vez cristianizada la zona) fue por su novia, hija del rey moro de Ricote. Cuando volvía con ella sobre su caballo, vio que le perseguían los moros de Ricote y, viéndose alcanzados saltó sobre los peñascos que formando precipicio bordeaban el río, desapareciendo con la novia y el caballo bajo las caudalosas aguas del Segura'.

La presencia de la fe musulma

En la ladera del Castillo, por su parte más llana, construyeron los musulmanes una pequeña mezquita para la oración y el recogimiento. Los restos encontrados muy cerca de ella hacen pensar a los historiadores que posiblemente existiera un cementerio en este mismo lugar.

La reconquista y la presencia cristiana

El Valle de Ricote fue reconquistado por los cristianos durante el siglo XIII. En el año 1266 fue donado por Alfonso X al Concejo de Murcia, y al poco tiempo cayó en manos de Enrique Pérez de Arana, Repostero Real.


En el año 1468 Francisco de León comentaba en relación a Ulea: 'Al Este del Valle de Ricote, hay un lugar llamado Ulea, existe una fortaleza despoblada, la cual le sirve en tiempos de guerra'. Este castillo se mandó destruir, al igual que todos los del valle, cuando los cristianos reconquistaron la ciudad de Granada.
Los uleanos participaron en las guerras de los Comuneros, las Germanias y Lepanto, siempre atentos a las necesidades de sus reyes. Incluso ayudaron a los cartageneros contra las incursiones moriscas del siglo XVI.
Al igual que todo el Valle de Ricote, Ulea sería entregada a la Orden de Santiago. Y los caballeros de esta orden, según la leyenda, trajeron al pueblo la reliquia del Lignum Crucis, que tanto se venera en las actuales Fiestas de Mayo.

fuente: regmurcia.com

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